jueves, 30 de abril de 2015

"Primer grado en primera persona".

En el seminario de Alfabetización inicial, la propuesta de acreditación fue realizar un taller para primer grado. Mis dudas eran muchísimas y mis nervios también. 
Finalmente llegó el día. 
Lo primero fue destinar los grupos de trabajo, es decir los compañeros de cursada con los cuales debíamos llevar a cabo la propuesta; y a partir de allí la escuela a la que debíamos concurrir. Los primeros días debíamos observar. Recuerdo muy bien los mis nervios y además la ansiedad por conocer a los niñitos que me iban a ayudar a darme cuenta de la realidad que se vive en un aula de primero. Recuerdo que la seño nos recibió muy bien y nos invitó a pasar. Nos presentó a los alumnos, y ellos nos dieron una bienvenida que fue la mejor de todas… sus caritas con una gran sonrisa, nos miraban continuamente y nos invitaban a disfrutar de su clase. 
Con mis compañeros decidimos dispersándonos dentro del aula, y así poder ver desde diferentes ángulos. Además la seño, con mucha gentileza, nos dio permiso para ayudar a los alumnos y con mucho gusto lo hicimos. Sentí nervios, ternura, muchos sentimientos juntos, que ni escrito puedo expresar lo que sentí.  Fue hermoso. Además de poder ver lo que nos interesaba: cómo leían y escribían o en qué etapa estaban, por medio de nuestra ayuda. Este momento, al momento de ayudarlos, para mí fue muy sencillo debido a que el aula contaba con recursos que ayudaban a la alfabetización. 
 Una semana después el gran día había llegado. 
Entusiasmados, mis compañeros y yo, llevamos la propuesta que habíamos pensado durante toda la semana. Al llegar, lo primero que vi fueron sus caritas. Muchas de ellas me reconocían. Eso era un punto a favor, por lo menos se acordaban de mí. Al ingresar al aula, muchos nos saludaron. La seño nos volvió a presentar y les explico qué realizaríamos ese día. Lo primero que les invitamos a hacer fue a sentarse en el piso para escuchar un cuento llamado “Pototo” de Cesar Bandín Ron y Cristian Turdera. La verdad que se notó que les encantaba. Se reían, y se notaba su interés por esta lectura. Luego, nuestra propuesta residía en inventar, ellos mismos un monstruo, para lo cual realizamos un "concurso de monstruos" en el salón. Rápidamente comenzaron a usar su imaginación y la verdad que salieron ideas maravillosas. Como tarea final fue la presentación de esos maravillosos monstruos. Utilizamos como recurso afiches decorados como carteleras, y cuando les contamos la propuesta rápidamente quisieron leer. Decidimos sentarlos a todos en el piso y que vayan pasando de a uno a la vez, mientras los demás le hacíamos “hinchada” pudiendo ver que se entusiasmaban cada vez más. Fue hermoso escuchar esas vocecitas, y los minutos fueron pasando hasta que se nos terminó la hora. Allí fue donde mis sentimientos se volvieron a mezclar. 
Una experiencia inolvidable.


 

1 comentario:

  1. Me emociona tanto ver como los niños se expresan, me encanto tu publicación porque siento que cada palabra fue puesta con el corazón.

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