sábado, 25 de abril de 2015

Leer por placer



Leer por placer

Cuando decidí hacer esta carrera fue para poder lograr un objetivo ser profesora de historia y por razones económicas de tiempo y de distancia el profesorado resulto imposible, pero, resulta ser que finalizando los estudios de magisterio podría acceder a una licenciatura en historia a distancia. Esto me permitiría cumplir mi sueño. Ahora bien, en estos tres años de estudio (estoy comenzando las practicas, soy estudiante, de 42 años, lo que significa que me llevo tiempo poder estudiar) uno va mirando y comprendiendo la docencia desde otro lado.


En el profesorado al que asisto en tercer año se hacen auxiliaturas. Es decir concurrimos durante 96 horas cátedras a los grados de nivel inicial, especialmente primero, donde conjugamos las observaciones, lo aprendido en alfabetización, y colaboramos con los docentes con pequeñas intervenciones a pedido de ellas. 
Cerca de la fecha  del acto del 20 de Junio, estábamos con los preparativos todos muy ocupados, tanto niños como docentes. Fue en ese momento cuando me quedo sola con los chicos. Recuerdo que uno de los alumnos me había pedido ni bien me incorpore a las auxiliaturas que les leyera un cuento que a él  le habían regalado, que por cierto en un principio  me pareció que era para adultos.
Comienzo la lectura, pero advirtiéndoles que al ser muy extenso, leeríamos un capitulo por vez. A mis hijos solía contarles los cuentos con ruidos, sonidos, morisquetas y todo aquello que se les ocurra para hacerlo más divertido,  pero uno de mis problemas es la exposición, (no con los niños sino con los adultos), así que me vino de maravilla que la docente no se encontrara. Ni hablar cuando descubrí que era un cuento de misterio y terror, para niños por supuesto.
Así que comencé con el capitulo uno, con todos los sonidos, voces y expresiones que me posibilitaba la lectura. Además de un cambio al final del capitulo (los deje con la intriga). Querían más y la docente no llegaba, así que continúe con el segundo capitulo y volvió a pasar lo mismo, querían más; seguí con el tercero y así hasta al octavo creo.

Asi llegué al final del cuento y nuevamente pensando en mi profesora les cambié el final, lo terminé con una consigna ¿Qué habrá sucedido con el profesor malo de la protagonista? Ellos querían saber pero, insistí en que ellos lo buscaran y me lo contaran al día siguiente. Entonces les devolví el libro, o más bien me lo sacaron de las manos se juntaron todos en rincón uno de ellos retomó la lectura del final ya que querían saber que había pasado, el resto se quedo en absoluto silencio.



Ante esta situación la docente levanto la mirada y me pregunto que sucedía, ya que ella también estaba asombrada, solo respondí “están leyendo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario