miércoles, 13 de mayo de 2015

Un día en mis prácticas como docente.

Recuerdo que dos días antes de formalizar mis prácticas como docente por mi cabeza y por mi cuerpo pasaban muchas cosas, sentía una mezcla de sensaciones, nervios, alegría, emoción, miedo a no saber que decir.
  Sabía que pase lo que pase nada iba a ser tan grave como para no poder remediarlo; mi tema recurrente eran las clases que debía dar, repasaba cada palabra, repetía una y otra vez mi discurso, solo necesitaba que ese momento pase lo más rápido posible.
  El tiempo pasó y me encontraba allí en mi primer día de práctica y todas esas expectativas, todos esos nervios que venía digiriendo hora tras hora estaban frente a mí y solo tenía que fluir y dejar que pasara.
  Recuerdo que mi voz temblaba, mis piernas y mis manos temblaban; de repente treinta y cinco alumnos de segundo grado se habían convertido en setenta alumnos de universidad en cuestión de segundos.
  La clase había empezado  y solo veía muchos pares de ojos que me miraban esperando que comience una jornada que para ellos era una más y para mí era la primera, a medida que pasaban los minutos sentía como lentamente todo iba aflojando; la tensión en mis manos, el nudo en mi garganta, mis piernas se notaban más firmes y hasta mi tono de voz parecía ser más seguro y convincente.
  La clase estaba llegando a su fin, los niños guardaban de manera apurada y revoltosa los útiles escolares en sus mochilas; y mientras esperábamos en el aula para salir a formar al patio uno de los niños, de esos que no pasan desapercibidos por las aulas, me dijo: seño, ¿cómo me porté hoy? muy bien le respondí, y sin decir más nada me dio un abrazo muy fuerte y salió corriendo.

  De repente todos esos fantasmas que me perseguían se fueron a pasear sonriendo a carcajadas por haber hecho de mi experiencia un tenebroso pero mágico recuerdo, quizá uno de los más dulces que me tocó vivir como maestra practicante de segundo grado; será porque aprendí que a los niños no hay que temerles, o tal vez ese abrazo fue de los más espontáneos y desinteresados que conocí hasta ese momento, lo cierto es que para mí fue una caricia al alma.-

jueves, 30 de abril de 2015

"Primer grado en primera persona".

En el seminario de Alfabetización inicial, la propuesta de acreditación fue realizar un taller para primer grado. Mis dudas eran muchísimas y mis nervios también. 
Finalmente llegó el día. 
Lo primero fue destinar los grupos de trabajo, es decir los compañeros de cursada con los cuales debíamos llevar a cabo la propuesta; y a partir de allí la escuela a la que debíamos concurrir. Los primeros días debíamos observar. Recuerdo muy bien los mis nervios y además la ansiedad por conocer a los niñitos que me iban a ayudar a darme cuenta de la realidad que se vive en un aula de primero. Recuerdo que la seño nos recibió muy bien y nos invitó a pasar. Nos presentó a los alumnos, y ellos nos dieron una bienvenida que fue la mejor de todas… sus caritas con una gran sonrisa, nos miraban continuamente y nos invitaban a disfrutar de su clase. 
Con mis compañeros decidimos dispersándonos dentro del aula, y así poder ver desde diferentes ángulos. Además la seño, con mucha gentileza, nos dio permiso para ayudar a los alumnos y con mucho gusto lo hicimos. Sentí nervios, ternura, muchos sentimientos juntos, que ni escrito puedo expresar lo que sentí.  Fue hermoso. Además de poder ver lo que nos interesaba: cómo leían y escribían o en qué etapa estaban, por medio de nuestra ayuda. Este momento, al momento de ayudarlos, para mí fue muy sencillo debido a que el aula contaba con recursos que ayudaban a la alfabetización. 
 Una semana después el gran día había llegado. 
Entusiasmados, mis compañeros y yo, llevamos la propuesta que habíamos pensado durante toda la semana. Al llegar, lo primero que vi fueron sus caritas. Muchas de ellas me reconocían. Eso era un punto a favor, por lo menos se acordaban de mí. Al ingresar al aula, muchos nos saludaron. La seño nos volvió a presentar y les explico qué realizaríamos ese día. Lo primero que les invitamos a hacer fue a sentarse en el piso para escuchar un cuento llamado “Pototo” de Cesar Bandín Ron y Cristian Turdera. La verdad que se notó que les encantaba. Se reían, y se notaba su interés por esta lectura. Luego, nuestra propuesta residía en inventar, ellos mismos un monstruo, para lo cual realizamos un "concurso de monstruos" en el salón. Rápidamente comenzaron a usar su imaginación y la verdad que salieron ideas maravillosas. Como tarea final fue la presentación de esos maravillosos monstruos. Utilizamos como recurso afiches decorados como carteleras, y cuando les contamos la propuesta rápidamente quisieron leer. Decidimos sentarlos a todos en el piso y que vayan pasando de a uno a la vez, mientras los demás le hacíamos “hinchada” pudiendo ver que se entusiasmaban cada vez más. Fue hermoso escuchar esas vocecitas, y los minutos fueron pasando hasta que se nos terminó la hora. Allí fue donde mis sentimientos se volvieron a mezclar. 
Una experiencia inolvidable.


 

Cuestión de actitud



 Era la primera vez que enfrentaba el desafío de una suplencia en una escuela pública. Me encantaba la idea, ya que el sistema de ingreso por puntaje es bastante cruel y parece imposible enseñar en otro lugar que no sea una institución privada. Casi por casualidad, para esa suplencia, no hubo tantos inscriptos y mi puntaje levemente superior fue suficiente para el acceso.
 Cuando llegué al famoso "Bachi 6", me esperaba una simpática preceptora quien me acompañó al curso de segundo año y, luego de una breve presentación, me dejó a cargo del aula. Los estudiantes saludaron coreando algo que no entendí del todo y escaneaban cada milímetro de mi ser. Ahí comprendí que no iba a ser sencillo. Respiré profundamente y di comienzo a la clase del día.
 Era difícil tener que enseñar respetando una planificación ajena pero con el ingenio y el buen criterio, todo se puede lograr. El tema de la clase era: Texto argumentativo, así a secas. No estaba de acuerdo con la propuesta que la profesora titular me había dejado y decidí que no iba a seguir esas pautas; si quería que aprendan algo, debía cambiar la manera de abordaje. Se me ocurrió dividir el curso en dos grandes grupos y sentarlos enfrentados. Propuse un tema bastante polémico como lo es el del cierre de los boliches a las 04.00 a.m., y les pedí que en un grupo discutan los argumentos a favor y en el otro, en contra. Les di un tiempo para que se pongan de acuerdo y expongan sus razones. 
 Todos se entusiasmaron menos uno. Al notar que este muchacho estaba prácticamente dormido en su banco, me acerqué extrañada. Los compañeros me advirtieron: “Lucas siempre duerme, profe”. Lo hablé para que levante su rostro desalineado y le pregunté qué estaba haciendo. Con voz grave y desafiante respondió: “yo no participo en ninguna clase, mejor no se ponga densa y haga como el resto y déjeme dormir". Le respondí que de ninguna manera lo iba a permitir y me tomé unos minutos para charlar con él.
 Luego de varios minutos les comuniqué a los alumnos que Lucas sería el moderador del debate y expliqué en qué consistía esa tarea. Este muchacho grandote y con cara de niño enojado se tomó muy en serio su rol y creo que por primera vez se sintió muy importante. No hace falta que cuente cómo esa pequeña intervención impactó entre los chicos. Simplemente fue genial y sentí que había hecho las cosas muy bien. 
 Tanto para Lucas como para mí, ese fue un gran día, fue el comienzo de un cambio radical y, además propició el entusiasmo en cada una de las clases posteriores hasta que finalizó el reemplazo.

Cuestión de actitud

Uno, dos, tres...¡probando, probando!


 ¡Hola a todos! Estoy intentando ponerme al día con las actividades propuestas las últimas semanas y la verdad, debo admitirlo, pensé que no me iba a costar tanto. Pienso que es interesante incursionar en los distintos programas, herramientas y demás que la nueva era nos regala, pero en cada una de ellas me demoro más de lo debido. Me termino entusiasmando con todas las posibilidades para crear textos y al final no termino nunca porque no quedo conforme con mi producción. Supongo que a todos nos pasa lo mismo cuando estamos aprendiendo.
Como estaba bastante cansada y algo frustrada, decidí hacer lo que hago siempre en estos casos: leer. 
Así que busqué uno de los textos literarios que más amo Los nadies de Eduardo Galeano. Como siempre logra estremecerme por la calidad estética, quiero compartirlo con ustedes...


¡Un genio al que voy a extrañar! Espero que hayan disfrutado tanto como yo de esta joya literaria. Saludos.

miércoles, 29 de abril de 2015

Un día de residencia...

Antes de ingresar a una escuela a practicar debía presentarme con anterioridad con la directora y la docente del grado, en este caso, en una de las escuelas Ninas de mi ciudad. Al día siguiente finalmente comenzaba con las ayudantías donde tenía que observar todo aquello que considerara importante para luego dar clases en ese grado, como ser, la manera de trabajar de la docente y del grupo como así también las dificultades para tenerlas en cuenta a la hora de planificar. Cuando me designaron los temas la mayoría ya habían sido trabajados por la docente por lo que no fueron muchos contenidos a enseñar sino de revisión. Una vez que ya tenía la planificación realizada al presentársela a la docente estuvo muy satisfecha por lo elaborado en la didáctica.
 Al momento de realizar las prácticas se dieron de forma exitosa sin problema alguno. Los chicos se mostraron atentos, entusiasmados y participaron en todo momento, su comportamiento fue muy bueno al igual que su manera de trabajar; era un grupo de estudiantes muy respetuosos que no hacían diferencia notable entre su docente y mi persona.
Una de las estrategias que emplee dentro del aula para interesar a los estudiantes en el tema  desarrollado fue agruparlos y solicitarles que elaboraran  afiches empleando recortes de revistas, pinturas, para luego exponerlos. 
Al culminar mi estadía en esta institución las evaluaciones fueron positivas en cuanto a mi desempeño en la ejecución de mis clases.
He de mencionar que uno aprecia su carrera y sabe si realmente quiere ser docente en el aula, interactuando con el grupo, enseñando, aprendiendo entre otras cosas que solo se adquieren dentro del salón de clases.
Todo lo realizado en mis prácticas me ha servido para mi formación. 
 Actualmente estoy cubriendo mi primera suplencia en una escuela de jornada completa con anexo albergue a 80 Km. de mi ciudad muy contento y con muchas ganas de enseñar.


 

martes, 28 de abril de 2015

MATIAS

Al fin llegó el día. Llevo a mis hijos a la escuela. Vuelvo rápido. Ordeno la casa, tomo el colectivo. Mi corazón late muy fuerte, ¿y si mejor me vuelvo? ¡No!
 Al entrar, pienso: “¿para qué viniste?, los chicos se dan cuenta que estas nerviosa”, esa voz interior que parece auto-boicotearme siempre. Respiro profundo, cuento hasta 14210.
Ya en el aula, les pido a los chicos que se sienten. La seño dice: “ahora vuelvo, tengo una reunión”. ¡¿Qué?! NO te vayas. Respiro nuevamente y pienso en la profesora de psicología, ¿Cómo era lo de las etapas del desarrollo? ¡Ya se! Pensá en algún pedagogo… ¡la pucha, parece que hoy el profesorado no me va a ayudar en nada!
Comienzo dictando una actividad. ¿Estos chicos no escuchan? Alzo la voz. No resulta. Ojeo la carpeta  de la seño. Las nenas sentadas en el primer banco me muestran un cuento de Hércules. “Chicos,  cómo era Hércules”, en voz altísima. De repente, se hace un silencio. Matías, es el primer alumno sentado en la fila de la derecha, su mirada está perdida, no me mira. Su mirada apunta a la ventana. “A ver vos, contarme como era Hércules en el cuento que leyeron”, le digo. No me contesta. Insisto: “¿te acordás?”.  Llega la seño, “Pagina 45” grita. Matías sigue mirando la calle por la ventana. Lo comento con la seño, que me dice que Matías es autista, llegó a sexto grado como pudo. También me cuenta que pocas veces participa en clase: “no lo presionamos, si no quiere participar que no lo haga”.
Segundo día, la seño tiene que hablar con la maestra especial de Matías, así que me deja un libro de cuentos y una actividad para resolver.  Comienzo a leer el cuento, y empiezo a exagerar las voces, los silencios, las pausas. Matías me empieza a mirar. Camino entre los bancos para ver si Matías me sigue. Efectivamente, capté su atención. Termina el cuento, los chicos hacen las actividades.
Tercer día. Le pregunto a la seño si podemos seguir leyendo un cuento del libro, ella acepta. Empiezo a buscar, y una voz me detiene. “señorita ¿me podes leer el cuento de ayer?”. Cuando levanto la vista, es Matías quien lo pide. La seño me mira sorprendida. “Por supuesto”  digo. Intento leerlo igual al día anterior. Matías me mira durante todo el relato. Les pregunto si les gustó.  Matías dibuja mientras hablo. Al final del día, me acerca una hoja, me da un beso y sale corriendo. Abro la hoja y descubro un dibujo, el más bello que me han regalado, Matías, su seño, Hércules y yo tomados de la mano y un cartelito: “Hércules es bueno y fuerte, seño”.
Ya paso un año casi de esta experiencia, tuve muchos alumnos pero aún sigo pensando que Matías fue el primero  que me hizo reafirmar mi vocación, y que a pesar de todos los nervios, me quede por él, por la curiosidad (y la sorpresa) que me causo generar algo en alguien

domingo, 26 de abril de 2015

"Los docentes deben volver a su oficio que es la enseñanza"

Para probar el funcionamiento del Blogger, publique parte de una entrevista que fue trabajada por uno de mis profesor en el Prof. Educ Primaria.


Entrevista con Estanislao Antelo, doctor en Pedagogía.

Enseñar o simpatizar

¿Es un camino escabroso, como lo planteaba Platón?
Sí, el aprendizaje es duro y nadie sabe cómo efectivamente sucede...

De ahí que se diga, 'no le gusta la escuela', pero ¿a quién le gusta?
--En eso hay una discusión. Están los conservadores que dicen que la escuela tiene que ser exigente, amarga y seria, y los libertarios que sacando toda la seriedad y el acartonamiento los chicos disfrutan. Y no es ni una cosa ni la otra. La escuela se inventó para que los chicos se vayan después, porque la escuela funciona cuando los chicos se van, crecen, se reciben y después no vuelven, son arquitectos, ingenieros, deportistas... Ahora está sucediendo algo raro, que los padres se están metiendo en las escuelas.

¿Está bien o mal eso?
--Ni bien ni mal, es que ha cambiado el lugar de la oferta educativa. Lo que los padres pretenden es tener más garantías que lo que le ofrezcan a su hijo no esté podrido, es decir que no haya mala praxis. Por eso ahora los padres están dentro de la escuela. Es que nosotros los invitamos porque pensamos que ellos tenían derecho a opinar, y en un punto está bien que intervenga en la batalla cultural.
¿No hay un exceso de ese protagonismo?
--Sí, si se le hace demasiado caso a los padres. Si se hace eso, habría satisfacción al cliente. Como adecuar la oferta a la demanda.

¿Quiere decir que el docente queda en una situación de debilidad?
--Posiblemente. El objetivo del docente es enseñar. Pero cuando uno adecua la enseñanza a la demanda, se pierde el valor de la enseñanza.

¿Cuál sería la salida?
--No se si se puede hablar de salidas. Yo prefiero decir que la escuela compite con otras vías para llegar al conocimiento. Porque si uno antes quería saber lo que era una tenia saginata, o el Peloponeso, se puede enterar de esos tema de muchas maneras. Creo que si queremos defender a los docentes, debemos promover que se reencuentren con su oficio que es la enseñanza. El valor de la docencia está en la enseñanza. Por ahí dicen que a los chicos hay que quererlos y para eso no hace falta estudiar de maestro. En cambio, si uno quiere ser realmente un maestro, es porque quiere hacer otra cosa además de quererlos y esto es enseñar.

Y enseñar propone una actitud un tanto antipática...
--Es probable. Para quien enseña, su preocupación principal tiene que ver con lo que enseña y no con el pibe. Por lo tanto, si es simpático o antipático es secundario. De todos modos, esto los pibes te lo facturan, porque cuando se van de séptimo grado, no invitan al tipo que les enseñaba sino al docente que era más compinche, el que tenía más compromiso. Pero después, cuando le preguntás quién te enseñó más, nombran a ese que no invitaron. Del mismo modo, cuando valoran a un médico nombran a un Favaloro y no al más simpático. Creo que nosotros, los pedagogos, tenemos mucho que ver con eso de haber separado al docente de su oficio.

¿Es que el docente, en su afán de agradar al chico terminó sacrificando la enseñanza?
--Es cierto, sí, porque el afán de agradar está condenado al fracaso. Hay maestros que son sádicos, y hay que estar en contra y denunciarlos. Pero puede haber tipos que enseñen a tocar el violin y sea un malhumorado, pero enseña bárbaro. Entonces, qué importa si es malhumorado. Más allá de estos ejemplos, creo que debe haber un equilibrio, es decir, el maestro debe preocuparse por enseñar y no agradar.

Todo tiempo pasado

¿Estamos mejor o peor en materia educativa?
--No es ni una cosa ni la otra. No todo tiempo pasado fue mejor. Cuando alguien dice "te acordás hermano, qué lindas las escuelas aquellas", miente. En aquellas escuelas teníamos miedo, no se podía hablar, mover..., no la pasábamos bien. Había una especie de patriarcado..., ahora no la pasamos bien, pero yo creo que el bien y el mal no se llevan demasiado bien con la educación, porque esta es, como se dice a secas, 'el reparto de guías para obrar en lo sucesivo'. Por ejemplo, vos me podés hacer una entrevista porque alguien te puso a disposición las técnicas de hacer entrevistas. No naciste con la capacidad de entrevistar incorporada.

Pero siempre se compara la educación antigua y la actual. Hubo muchos cambios...
--Las transformaciones son inherentes al acto educativo. Van a seguir habiéndolas y no sabemos cómo van hacer. Un filósofo argentino decía que no sabemos como van a ser los chicos, pero sabemos lo esencial: que van a ser distintos a nosotros. Y nuestra apuesta es profundizar la variación. Entonces, cuando se dice que los chicos no vienen como antes, debería decir, "por suerte no viene como antes".

¿No existe algo de indisciplina que termina atentando contra las condiciones de enseñanza - aprendizaje que deben existir en las aulas?.

--No es indisciplina, es desenfreno. Faltan los mecanismos de autocoacción..., la imposición disciplinaria. Lo que regulaba nuestro comportamiento, el tuyo y el mío, era una autoridad exterior. Hoy los pibes, antes de actuar, no se fijan si alguien les está diciendo lo que deben hacer. La pregunta que se hace un pibe antes de actuar tiene que ver con que si es capaz de hacerlo. Un ejemplo es el piercing. Si uno quería hacérselo es si debía o no hacerlo, está prohibido o permitido. Hoy los chicos no se preguntan eso, sino que si son capaces. Si se responde que sí, ¿por qué no lo van a hacer?. Pasa lo mismo con el alcohol. A veces toman en exceso, pero ellos no se preguntan si están transgrediendo sino que están ejerciendo una capacidad. La propaganda de Adidas es "el único límite sos vos mismo", la de Nike es "tu puedes", crecen los programas de deportes de riesgo. En la escuela lo que antes era enseñar, ahora es formar competencias porque el objetivo es el que sean exitosos. 

sábado, 25 de abril de 2015

Leer por placer



Leer por placer

Cuando decidí hacer esta carrera fue para poder lograr un objetivo ser profesora de historia y por razones económicas de tiempo y de distancia el profesorado resulto imposible, pero, resulta ser que finalizando los estudios de magisterio podría acceder a una licenciatura en historia a distancia. Esto me permitiría cumplir mi sueño. Ahora bien, en estos tres años de estudio (estoy comenzando las practicas, soy estudiante, de 42 años, lo que significa que me llevo tiempo poder estudiar) uno va mirando y comprendiendo la docencia desde otro lado.


En el profesorado al que asisto en tercer año se hacen auxiliaturas. Es decir concurrimos durante 96 horas cátedras a los grados de nivel inicial, especialmente primero, donde conjugamos las observaciones, lo aprendido en alfabetización, y colaboramos con los docentes con pequeñas intervenciones a pedido de ellas. 
Cerca de la fecha  del acto del 20 de Junio, estábamos con los preparativos todos muy ocupados, tanto niños como docentes. Fue en ese momento cuando me quedo sola con los chicos. Recuerdo que uno de los alumnos me había pedido ni bien me incorpore a las auxiliaturas que les leyera un cuento que a él  le habían regalado, que por cierto en un principio  me pareció que era para adultos.
Comienzo la lectura, pero advirtiéndoles que al ser muy extenso, leeríamos un capitulo por vez. A mis hijos solía contarles los cuentos con ruidos, sonidos, morisquetas y todo aquello que se les ocurra para hacerlo más divertido,  pero uno de mis problemas es la exposición, (no con los niños sino con los adultos), así que me vino de maravilla que la docente no se encontrara. Ni hablar cuando descubrí que era un cuento de misterio y terror, para niños por supuesto.
Así que comencé con el capitulo uno, con todos los sonidos, voces y expresiones que me posibilitaba la lectura. Además de un cambio al final del capitulo (los deje con la intriga). Querían más y la docente no llegaba, así que continúe con el segundo capitulo y volvió a pasar lo mismo, querían más; seguí con el tercero y así hasta al octavo creo.

Asi llegué al final del cuento y nuevamente pensando en mi profesora les cambié el final, lo terminé con una consigna ¿Qué habrá sucedido con el profesor malo de la protagonista? Ellos querían saber pero, insistí en que ellos lo buscaran y me lo contaran al día siguiente. Entonces les devolví el libro, o más bien me lo sacaron de las manos se juntaron todos en rincón uno de ellos retomó la lectura del final ya que querían saber que había pasado, el resto se quedo en absoluto silencio.



Ante esta situación la docente levanto la mirada y me pregunto que sucedía, ya que ella también estaba asombrada, solo respondí “están leyendo”.

La sonrisa de Ladeth

Y con las primeras luces del alba despertó, después de una larga noche de verano. Faltaba un poquito más de media hora para que sonara el despertador. Intentó volver a dormirse, pero no pudo pegar un ojo. Una rara sensación se había apoderado de su cuerpo. Y es que había llegado aquel día que parecía tan distante: el día del examen de Historia.

(...)

Minutos más tarde, se cargó la mochila al hombro e inició su marcha. Tan solo unas pocas cuadras le faltaban recorrer para llegar a ese edificio en el que tendría que dar el examen de Historia frente a Ladeth Dawson. No hacía mucho que la profesora Dawson había comenzado a trabajar en ese colegio. Era una mujer de avanzada edad, de complexión fuerte y escasos cabellos blancos. Una profesora austera, inflexible, exigente y extremadamente seria. Rara vez había hecho visible una sonrisa en su rostro. Sehan apartó esa imponente visión que le causaba temor y desaliento y siguió caminando a paso lento.

Minutos antes del examen, decenas de estudiantes sentados como "chinitos" en el pasillo del colegio, cada uno repasando sus libros y fotocopias, cuyos márgenes blancos habían sido reemplazados por palabras sueltas, llaves, flechas que iban y venían, y una cantidad de símbolos que solo ellos podían entender. El joven se sentó en un espacio vacío que encontró, justo enfrente de la puerta del salón de clases, al cual había ingresado cada mañana con una gran sonrisa, dispuesto a aprender. Sin embargo hoy, se encontraba allí, sentado entre los alumnos más revoltosos del curso. Sentía las sorprendidas miradas de todos. ¿Cómo podía ser que el alumno más estudioso estuviera allí, esperando su turno para rendir? 

Nadie lo comprendía, sin embargo, Sehan sí. Historia nunca le había gustado y, por eso, no le había dedicado ni el esfuerzo ni el tiempo suficiente, y sabía que, tarde o temprano, él también la tendría que rendir. Aquella inevitable circunstancia provocó una oleada de tristeza y de pesar. (...)

El silencio se tornaba inquebrantable. Los minutos, interminables. De pronto, se abrió la puerta, salió un compañero. Segundos después, “Sehan, pase, por favor”. La aterradora voz de la profesora de Historia resonó en el pasillo. ¡Qué nervios! Era su turno. Le tocaba rendir la materia que le había resultado más fastidiosa. Mientras cruzaba la puerta intentaba hacer un fugaz repaso y la esa típica laguna que aterra a los estudiantes no pudo estar sin aparecer. Todo parecía desconocido: títulos, definiciones, conceptos. ¿Qué había pasado con las horas y horas de estudio? Un terrible momento que parecía nunca acabar.

Sehan evitaba la mirada de su profesora sin poder decir una palabra. La señora Dawson, ya irritable por la demora, miró su reloj de mano. Su mirada se cruzó con la de Sehan, incitándolo a que comience. Hasta que, por fin, llegó una palabra y otra y otra más… ¡Qué alivio!

Veinte minutos más tarde, una ligera sonrisa apareció en el rostro de la profesora, mientras colocaba el "aprobado" en la libreta del muchacho.


viernes, 24 de abril de 2015

LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN

La importancia del uso de los signos de puntuación

Se cuenta que, en la antigua Grecia, una madre acudió al oráculo de Apolo para averiguar si su hijo, que había partido a la guerra, moriría en el campo de batalla o regresaría sano y salvo. La respuesta fueron tres palabras: "Volverá no morirá". La madre interpretó el mensaje de esta manera: "¡Volverá! No morirá". Pero su hijo no volvió, y ella fue a reclamar al oráculo. Entonces se le aclaró que la interpretación correcta debió haber sido: "¿Volverá? No, morirá".

La puntuación es una herramienta fundamental que permite distribuir la información y ordenar el contenido que queremos transmitir, para que el lector pueda interpretarlo correctamente. Por lo tanto, el uso correcto de los signos de puntuación es importante en dos aspectos de la comunicación:

Como emisores de un mensaje, la puntuación nos permite darle el sentido deseado.

Como receptores de mensajes, estos signos nos guían en su comprensión y la facilitan.


Gisela Cavallo

jueves, 23 de abril de 2015

Para pensar el contexto en el que vivimos...

"Internet haría posible una educación sin maestros, una escuela virtual. Ahora bien, lo que ocurre es que pedagógicamente todos sabemos que no es posible, porque la escuela no es sólo transmisión de información sino formación de la personalidad y desarrollo de la persona. Y en eso la escuela de la sociedad industrial fue un gran invento, porque permitió socializar a los niños fuera de la familia. Por tanto, hay que mantener la escuela como espacio, pero una escuela en que lo esencial sea la relación psicopedagógica para la formación de personalidad, y el acompañamiento por parte del maestro en la elaboración de la información que se puede encontrar en Internet, con lo cual el maestro debe saber qué buscar en Internet y qué hacer con lo que encuentra. De modo que volvemos al tema de la formación de los maestros".

                                     

Es necesario incluir internet en los diferentes niveles educativos, tanto primario como secundario para poder favorecer el aprendizaje, dándole un nuevo sentido a las prácticas dentro del aula.
Aquí es donde se pone en juego el papel del docente como intermediario entre los alumnos e internet, teniendo en cuenta que con la inclusión de las tecnologías éste no queda de lado sino que toma mucha mas fuerza, siempre y cuando haga un uso inteligente de esta tecnología.


                        

miércoles, 22 de abril de 2015

REDACCIÓN DE PRUEBA


Hola quisiera contarles que todo esto es nuevo para mi así que no esperen trabajos brillantes de mi parte jaja...solo estoy haciendo una prueba piloto a ver como sale...
¡Saludos!


Dany





Acá estamos Boby y yo ...

martes, 21 de abril de 2015

Hola: Les cuento que me esta costando manejar el prezi, si bien trabaje con el en una materia del profesorado, no puedo encontrar la manera de estar conforme con mi trabajo. Probando el blog, cariños 
Ana Cotroneo